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El petróleo baja un 35%, pero la gasolina sólo un 13% en Málaga

Las grandes empresas del sector se benefician de la falta de una competencia verdadera y llevan a cabo prácticas oligopólicas La irrupción de las estaciones de servicio low cost pueden revolucionar el mercado

Es uno de los momentos más molestos en la vida del conductor. Cuando el piloto de la gasolina se enciende en rojo se convierte en esa pequeña piedra que se ha colado no se sabe cómo en el zapato y ya no hay manera de acabar con la sensación de angustia y preocupación que produce su roce. Coger la pistola y echar gasolina equivale a pegarse un tiro en el pie porque llenar el depósito se ha convertido para muchos en una especie de encaje de bolillos. El precio de la gasolina no ha dejado de subir y el poder adquisitivo de los españoles hace años que ha entrado en deflación.

Málaga es la provincia con los carburantes de automoción más caros de Andalucía. Curiosamente, la situación debería ser otra. Echar gasolina, en estos momentos, tendría que ser más barato que nunca. La razón habría que buscarla en el mercado mundial del petróleo. Desde que el precio de referencia en Europa, el crudo de Brent, escaló hasta sus valores máximos el pasado mes de junio, no ha dejado de caer. El jueves de la semana pasada el precio por un barril (159 litros) se fijó en 70,80 dólares, lo que equivale a una caída del 35%. En junio todavía estaba en unos 115 dólares. ¿Esta caída la apreció el usuario final? En junio, el litro de gasolina de 95 octanos costaba unos 1,458 euros. La semana pasada, la media en la provincia estaba en unos 1,294 euros. Aunque esté más barata, queda claro que la caída del precio que repercute en el consumidor no está en relación con el descenso del crudo en el mercado mundial. Si el oro negro ha descendido, como ya se ha mencionado anteriormente un 35%, la gasolina en Málaga sólo se ha abaratado en un 13%.

Poder de las grandes petroleras

Lo ocurrido sería un buen ejemplo para ilustrar el inmenso poder que tienen las grandes petroleras para influir en el precio del mercado final. No parece que el precio del crudo se vaya a incrementar en los próximos meses. En la actualidad, hay un exceso de oferta de crudo, por lo que algunos países miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores Petróleo) abogaron por reducir la producción mundial para invertir el efecto. Pero, finalmente, se decidió permanecer en la extracción de 30 millones de barriles diarios. Estos países controlan aproximadamente el 71% de las reservas de crudo a nivel mundial. Si los países que controlan los precios del crudo auguran que éste seguirá a niveles muy bajos, ¿qué factor lleva a que llenar el depósito siga estando relativamente caro en comparación con la caída del precio por cada barril? Después de varias denuncias por parte de las asociaciones de consumidores la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), organismo encargado de velar por la competencia, acuñó un término para las prácticas oligopólicas de las petroleras: el efecto del cohete y la pluma. Ante una subida del precio del barril de petróleo, la gasolina sube con suma rapidez y el coste se traslada al instante al consumidor final. Por el contrario, cuando el precio cae en barrena, como está pasando ahora, lo que paga el usuario cae lento como una pluma.

Eso significa que los precios que se pagan por la gasolina en España son más altos de lo que deberían ser. Las estructuras de mercado son oligopólicas. El Oligopolio significa, según OCU (Organización de consumidores y usuarios), que Repsol, Cepsa y BP controlan los precios. Según la CNMC, la práctica es siempre la misma: una de las tres empresas sube el precio, y a las pocas horas los competidores lo igualan. Con las caídas, la cosa funcionaría de la misma manera, solo que más despacio. Las empresas mantendrían una larga red de vigilancia de la competencia, por lo que la concreción ilegal de precios no es necesaria. Las andanadas de las petroleras no se quedan en ahí. Cambian sus precios varias veces a lo largo de la semana. Según el propio Geoportal de Hidrocarburos del Ministerio del Interior, donde se pueden observar los precios de todas las gasolineras a diario, echar gasolina los viernes resulta ostensiblemente más caro que a principios de semana. Llenar el tanque antes de comenzar el fin de semana cuesta una media de 4 céntimos por litro más que a las puertas del fin de semana en el caso de gasolina de 95 octanos. Con el gasoil, la diferencia aumenta incluso hasta los 5,3 céntimos. Atendiendo a la OCU el efecto lunes es una práctica habitual en los últimos años. Abaratar los precios a principios de semana para ir encareciendo los precios paulatinamente, mostrando así una falta de competencia evidente entre marcas y estaciones de servicio. La irrupción de las gasolineras low cost suponen una pequeña revolución para el mercado. Pueden actuar como «reventadores de precios» y ocupar un papel fundamental a la hora de endurecer la competencia. En la provincia de Málaga hay dos ahora mismo: una en Vélez-Málaga y otra en Estepona. Se trata de superficies que han optado por suprimir todo tipo de servicios. Cuentan con los surtidores y un cajero automático para pagar. Para Luis Calera, asesor de la Asociación de Estaciones Provincial de Empresarios de Estaciones de Servicio de Málaga son un claro ejemplo de competencia desleal: «Hasta hace un año, se requerían una serie de inversiones para montar una gasolinera. Ahora, tenemos gasolineras sin personal. Estamos hablando de material inflamable. Ahora mismo hay dos en la provincia, pero ya hay entre 20 o 30 más solicitadas en los diferentes ayuntamientos».

Pero no son estas las únicas razones que han hecho que echar gasolina hoy sea más caro que hace años, cuando el precio del barril era similar al del momento. El euro ya no es la moneda fuerte. El petróleo se paga en dólares. Otra razón es el encarecimiento de los impuestos. El llamado «céntimo sanitario» es un impuesto que recae sobre el consumidor. En Andalucía había que sumarle hasta 2013 al impuesto de hidrocarburos estatal unos 2,4 céntimos por litro de gasolina o gasoil. Finalmente, el Tribunal de Justicia de la UE lo derogó. «Lo único que han hecho es meterlo dentro del impuesto de hidrocarburos. Ahorro no ha habido nada. Ninguno», se lamenta Luis Calera.

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